viernes, 30 de agosto de 2013

Jamás te des por vencido, lo mejor está aún por llegar…

Probablemente el mayor ejemplo de perseverancia es el que nos ofreció Abraham Lincoln. Si queréis saber algo sobre alguien que no se rendía, no busquéis más lejos.

Nacido en la pobreza, Lincoln tuvo que enfrentarse a la derrota a lo largo de toda su vida. Perdió ocho elecciones, sus negocios quebraron en dos ocasiones y sufrió un colapso nervioso.

Podría haberse rendido muchas veces, pero no lo hizo, y gracias a esa persistencia llegó a ser uno de los presidentes más grandes de la historia de los Estados Unidos.

Lincoln fue un campeón y jamás se dio por vencido. He aquí un esbozo del camino que lo condujo a la Casa Blanca:

1816 Su familia se vio obligada a dejar su casa y él tuvo que trabajar para mantenerla.
1818 Su madre murió.
1831 Fracasó en sus negocios.
1832 Se presentó a elecciones para la legislatura y perdió.
1832 Perdió también su trabajo; quería ingresar en la facultad de derecho, pero no pudo.
1833 Pidió dinero prestado a un amigo para empezar un negocio yantes de fin de año estaba en la bancarrota. Durante los diecisiete años siguientes estuvo pagando aquella deuda.
1834 Volvió a presentarse a elecciones legislativas y ganó.
1835 Cuando estaba a punto de casarse, su novia murió y él quedó con el corazón destrozado.
1836 Tuvo un colapso nervioso y permaneció seis meses en cama.
1838 Intentó llegar al cargo de representante del estado y fue derrotado.
1840 Intentó llegar a elector y fue derrotado.
1843 Candidato al Congreso; derrotado.
1846 Nuevamente candidato al Congreso; esta vez ganó, fue a Washington y realizó un buen trabajo.
1848 Se presentó a reelección al Congreso; perdió.
1849 Intentó ser funcionario en su estado natal; rechazado.
1854 Candidato al Senado de los Estados Unidos; perdió.
1856 Buscó la nominación vicepresidencial en la convención nacional de su partido, obteniendo menos de cien votos.
1858 Volvió a ser candidato al Senado; volvió a perder.
1860 Fue elegido presidente de los Estados Unidos.

“El camino era difícil y resbaladizo. Resbalé, pero me recuperé, diciéndome que aquello era un resbalón y no una caída”.

Abraham Lincoln