sábado, 31 de mayo de 2014

¡Qué afortunado eres…¡


No muy lejos de donde vivimos, en un valle muy pintoresco, un Gran Maestro decidió un día dejar su casa en la montaña y bajar al pueblo vestido de mendigo…

Paseando por las calles del pueblo, se tropezó con la casa del zapatero, toco en su puerta y al abrirle, le dijo:

“Hermano, soy muy pobre, no tengo dinero, ni comida, ni ropa…, estas son mis únicas sandalias y cómo ves, están rotas, me hacen daño en los dedos, no puedo casi caminar con ellas…, si tú me hicieras el favor de darme alguna de tantas que tienes, aunque sean usadas, te estaré eternamente agradecido…”

El zapatero le dijo:

“Estoy cansado de que todos vengan a pedir y nadie a dar…, yo no tengo fortuna, ¿por qué vienes a pedirme sin darme nada a cambio?”

El Maestro le dijo:

“Yo puedo darte lo que tú necesitas…”

El zapatero desconfiado al verlo como vestía, le preguntó al mendigo:

“¿Tú podrías darme el millón de euros que yo necesito para ser feliz?”

El Maestro le dijo:

“Yo puedo darte diez veces más que eso, pero a cambio de algo…”

El zapatero preguntó:

“¿A cambio de qué?”

El Maestro le dijo:

“A cambio de…, a cambio de tus piernas”

El zapatero le respondió:

“¿Para qué quiero yo diez millones de euros si no podré caminar?”

Entonces el Maestro le dijo:

“Puedo darte cien millones de euros a cambio de tus brazos…”

El zapatero respondió:

“¿Para qué quiero yo cien millones de euros si ni siquiera voy a poder comer solo?”

Entonces el Maestro le dijo:

“Bueno, puedo darte mil millones de euros a cambio de tus ojos…”

El zapatero pensó durante un rato…, y respondió:

“¿Para qué quiero yo mil millones de euros, si no voy a poder ver a mis hijos, a mi familia, a mis amigos…?”

Entonces el Gran Maestro le dijo:


“¡Ah, hermano, hermano, qué fortuna tienes y aún no te has dado cuenta…¡”