miércoles, 15 de octubre de 2014

El gran samurái…

En un antiguo monasterio japonés, vivía un gran samurái ya anciano, que se dedicaba a enseñar a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario.

Una tarde, un guerrero, conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por allí. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: esperaba a que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para reparar en los errores cometidos, contraatacaba con velocidad fulminante. El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha. Conociendo la reputación del samurái, fue en su busca para derrotarlo y aumentar su fama. Todos los estudiantes del samurái se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo aceptó el desafío.

Juntos se dirigieron a la plaza de la ciudad donde el joven comenzó a insultar al anciano maestro. Arrojó algunas piedras en su dirección, le escupió en la cara, le gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus antepasados. Durante horas hizo todo lo posible para provocarlo, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiró...

Desilusionados por el hecho de que el maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:

– ¿Cómo pudiste, maestro, soportar tanta indignidad?

– ¿Por qué no usaste tu espada aun sabiendo que podías perder la lucha, en vez de mostrarte cobarde delante de todos nosotros?

El maestro les preguntó:

– Si alguien llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan, ¿a quién pertenece el obsequio?

– A quien intentó entregarlo, respondió uno de los alumnos.

– Lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos – dijo el maestro.

– Cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los llevaba consigo…

¡Qué difícil es mantener la calma!, ¿verdad?

No es extraño encontrarnos en la calle, en nuestro trabajo o en nuestro círculo de familiares o amigos con personas enfadadas que descargan su rabia en nosotros o en personas cercanas mediante quejas e insultos
.
Pero, ¿qué buscan las personas rabiosas?

Lo que buscan estas personas (conscientemente o inconscientemente) es una reacción de los demás para así multiplicar su rabia. Desean que participemos en su enfado, y muchas veces lo logran ya que el enfado es un estado emocional muy contagioso...


Pero tenemos otra opción…, la de no reaccionar, observar la rabia desde la distancia y mantener la calma. No solamente evitamos así entrar nosotros en un estado de negatividad y enfado, sino ayudamos a la persona rabiosa a calmarse.

jueves, 28 de agosto de 2014

Mentalízate para ganar…

Hace algunos años, había un cocinero que tenía su puesto de comida al lado de una carretera, y allí se pasaba felizmente todas las mañanas y las tardes, cocinando su riquísimo pollo frito. Estaba muy ocupado y por lo tanto no oía la radio, no leía los periódicos, ni veía la televisión…
Como el negocio iba bien, compró un trozo de terreno cerca de su puesto y colocó una gran valla y así anunciaba su delicioso pollo para que lo viera todo el que pasara por allí: “Compren deliciosas alitas de pollo calientes”. Y la gente, las probaba, les gustaba y se las compraba.
Multiplicaba sus ventas de un mes para otro y aumentó la adquisición de pollo. Compró un terreno más grande para poder tener un puesto mayor y crecer más en su negocio. Y trabajó mucho, pero necesitaba ayuda pues no dejaba de vender cada día más y más de sus deliciosas alitas de pollo fritas…, así que le pidió a su hijo que dejara la Universidad donde estudiaba Ciencias Económicas, para ayudarlo y multiplicar su negocio, todo iba realmente bien…
Sin embargo, ocurrió algo inesperado, cuando llegó su hijo, le dijo:
-“Padre, ¿pero no escuchas la radio, ni lees los periódicos? Estamos sufriendo una grave crisis. La situación es realmente mala; peor no podría estar”.
El padre pensó:
- “Mi hijo estudia en la Universidad, lee la prensa, ve la televisión y escucha la radio. Sabe entonces lo que dice…”.
Entonces se dedicó a comprar menos pollo. Quitó la valla anunciadora, vendió el terreno a fin de eliminar los gastos y ya no anunció sus ricas alitas. Y las ventas fueron disminuyendo cada día más….
Después de unos meses, el negocio iba realmente mal, y el cocinero le dijo a su hijo:
-“Es verdad lo que decías hijo mío”, le dijo al muchacho. “Efectivamente estamos sufriendo una gran crisis”.

“Si nos mentalizamos para fracasar, fracasaremos y si nos mentalizamos para ganar, ganaremos. Es una simple elección personal. En estos tiempos tenemos que asumir, que hay muchas oportunidades esperando por nosotros, no te dejes llevar por lo que digan los demás, por lo que oigas…, tus capacidades son ilimitadas y tus posibilidades también, mentalízate para ganar…”

miércoles, 23 de julio de 2014

Cuando la adversidad llama a tu puerta...

Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y de cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.

Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre el fuego. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir. Sin decir palabra.

La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente.

Mirando a su hija le dijo: "Querida, ¿Qué ves?"; "Zanahorias, huevos y café" fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias, ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.

Humildemente la hija preguntó: - "¿Qué significa esto, padre?" Él le explicó que los tres elementos se habían enfrentado a la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había puesto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café, sin embargo eran únicos: después de estar en agua hirviendo, habían cambiado el agua. "¿Cuál eres tú, hija?, Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿Cómo respondes?", le preguntó a su hija.

¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable, poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido te has vuelto duro y rígido? Por fuera te ves igual, pero ¿Eres amargada y áspera, con un espíritu y un corazón endurecido? ¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviendo, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor.

Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionarás de forma positiva, sin dejarte vencer y harás que las cosas a tu alrededor mejoren, y ante la adversidad existirá siempre una luz que ilumine tu camino y el de la gente que te rodea. Esparcirás con tu fuerza y positivismo el "dulce aroma del café".

¿Y tú?, ¿Cuál de los tres eres?

sábado, 31 de mayo de 2014

¡Qué afortunado eres…¡


No muy lejos de donde vivimos, en un valle muy pintoresco, un Gran Maestro decidió un día dejar su casa en la montaña y bajar al pueblo vestido de mendigo…

Paseando por las calles del pueblo, se tropezó con la casa del zapatero, toco en su puerta y al abrirle, le dijo:

“Hermano, soy muy pobre, no tengo dinero, ni comida, ni ropa…, estas son mis únicas sandalias y cómo ves, están rotas, me hacen daño en los dedos, no puedo casi caminar con ellas…, si tú me hicieras el favor de darme alguna de tantas que tienes, aunque sean usadas, te estaré eternamente agradecido…”

El zapatero le dijo:

“Estoy cansado de que todos vengan a pedir y nadie a dar…, yo no tengo fortuna, ¿por qué vienes a pedirme sin darme nada a cambio?”

El Maestro le dijo:

“Yo puedo darte lo que tú necesitas…”

El zapatero desconfiado al verlo como vestía, le preguntó al mendigo:

“¿Tú podrías darme el millón de euros que yo necesito para ser feliz?”

El Maestro le dijo:

“Yo puedo darte diez veces más que eso, pero a cambio de algo…”

El zapatero preguntó:

“¿A cambio de qué?”

El Maestro le dijo:

“A cambio de…, a cambio de tus piernas”

El zapatero le respondió:

“¿Para qué quiero yo diez millones de euros si no podré caminar?”

Entonces el Maestro le dijo:

“Puedo darte cien millones de euros a cambio de tus brazos…”

El zapatero respondió:

“¿Para qué quiero yo cien millones de euros si ni siquiera voy a poder comer solo?”

Entonces el Maestro le dijo:

“Bueno, puedo darte mil millones de euros a cambio de tus ojos…”

El zapatero pensó durante un rato…, y respondió:

“¿Para qué quiero yo mil millones de euros, si no voy a poder ver a mis hijos, a mi familia, a mis amigos…?”

Entonces el Gran Maestro le dijo:


“¡Ah, hermano, hermano, qué fortuna tienes y aún no te has dado cuenta…¡”

martes, 22 de abril de 2014

El juego de conocerse


Hace mucho tiempo, en un encantador y lejano país, vivía una niña con una belleza extraordinaria, su piel era morena, suavemente morena, sus ojos negros, increíblemente negros, como su pelo largo y rizado, su nombre era Init y era la hija del Rey, pero toda esa belleza, no era lo mejor de ella…

Todos los días, al atardecer, Init paseaba con su institutriz y su séquito, por el formidable reino de su padre, y todos los días, se encontraba con su amigo Ztul, paseaban juntos y hablaban, hablaban todo el tiempo…, y un día, de manera fortuita, casi sin querer, descubrieron un juego, que cuando empezaban ya no podían parar, era “el juego de conocerse”, era muy sencillo…, trataba de preguntar y escuchar, preguntar sólo para conocer mejor al otro y escuchar atentamente sus explicaciones…, trataba de escuchar, más que de hablar…, era su juego favorito…, durante muchos años jugaron a “el juego de conocerse”, al juego de preguntar y escuchar…

Init, intentó en muchas ocasiones jugar a “el juego de conocerse” con su padre, el Rey, pero él, le decía que era una tontería, una pérdida de tiempo…,que era un Rey y que tenía muchas cosas que hacer y en que pensar…, que no le molestara con esas tonterías…, que jugara a lo que juegan todas las princesas…, y la princesa Init se marchaba, siempre igual, desconsolada por la contestación de su padre, ¿cómo era posible que a mi padre no le gustara preguntar y escuchar a su hija?, se preguntaba Init…, y hablando con muchos, durante muchos años, fue descubriendo que a nadie le gustaba jugar a “el juego de conocerse”, solo le gustaba a ella y a su amigo, su amigo Ztul…

Y así, pasaron los años…, primaveras e inviernos…,y la princesa, la niña, se hizo mayor…, Init se convirtió en la más bella princesa que ningún hombre hubo visto nunca, la fama de su belleza llegó a lejanos lugares, todos querían ir a su reino para verla…, para admirar su belleza, su extraordinaria belleza, todos los hombres soñaban con conseguirla, todos se preguntaban cómo sería casarse con la más bella, todos pensaban igual, que envidia darían, como se sentirían al estar con la bella Init, todos querían eso, lo mismo…, pero había un hombre diferente, uno no pensaba igual…, sólo uno…, ese era Ztul…

De tierras lejanas, llegaron príncipes, valientes guerreros, hombres de mucha fortuna y riquezas, los más grandes conquistadores, para casarse con la más bella princesa…, y el Rey celebraba grandes fiestas y banquetes para que los más importantes, pudieran conocer a su hija.

El Rey, pensaba y pensaba... quién podría ser el mejor esposo para su hija?, quizás un príncipe de un país cercano para así unir sus reinos y ser más poderoso?, o el más valiente guerrero?, pensó incluso en organizar un torneo donde se batirían todos y el ganador de entre los mejores guerreros, se casaría con su hija…, o quien tuviera las mayores riquezas y fortunas de los reinos conocidos…, quería lo mejor para su hija, se preocupaba mucho pensando en quien sería el mejor para su hija, el más poderoso, el más fuerte, el más rico…, pero nunca le preguntó a ella lo que quería…, pues nunca había jugado a “el juego de conocerse” con su hija.

La princesa Init, era especial…, muy diferente…, no pensaba en grandes castillos, ni en riquezas, ni en poder, ni en reinos, ni en armaduras brillantes…

Todos querían tener a la bella princesa, pero Init solo quería a uno, a alguien diferente, a Ztul…

Ztul no era gran cosa, no era príncipe, ni caballero, ni tenía riquezas..., pero para Init, nadie en el mundo podría jugar mejor a “el juego de conocerse”, no solo preguntaba y escuchaba como nadie, además cuando escuchaba a Init, la miraba, la miraba con mucha atención, casi sin parpadear, con mucha dulzura y desde hacía una semana, también la besaba… cuando jugaban a “el juego de conocerse”, y ella hacía lo mismo con él…, los bellos ojos negros de la princesa era lo único que quería ver Ztul desde que despertaba hasta que cansado se quedaba dormido, y siempre se dormía pensando en cómo hacer feliz a Init…, y agradecido, le repetía una y mil veces a su princesa: “Gracias por dejar que sea yo quien bese a la princesa…”

El Rey al saber de su amor, le prohibió verlo y la encerró en su majestuoso castillo con todas sus riquezas, y le dijo que únicamente saldría de allí, para casarse con quien él decidiera…

Una noche la princesa Init, desapareció, dejando una nota a su padre que decía:

“Todos esos pretendientes únicamente quieren presumir de mi, de mi belleza, de lo que represento para ellos, pero ninguno me ha preguntado: qué quiero yo?, qué me hace feliz?, cómo me gustan los días?, en qué sueño por las noches?, en qué pienso?, qué me asusta?, qué me divierte…?, ninguno ha jugado nunca a “el juego de conocerse”, me ven como una posesión, así son todos…, de todos ellos ninguno es especial, ninguno es diferente…, todos hacen los mismo, piensan lo mismo...., ¿crees que podré ser feliz con alguno de ellos, si no se han preocupado en conocerme, si no saben que me hace feliz?, me voy..., no te preocupes por mí, seré muy feliz…, te quiero, Init…”

El Rey al leer la nota, partió corriendo en su busca a casa de Ztul, entró en la casa rompiendo la puerta, pero…, la casa estaba vacía, sin rastro de ellos…, con gran pena al reconocer que había perdido a su hija, el Rey, cayó arrodillado a los pies de un gran roble junto a la casa y sin darse cuenta leyó algo que aparecía escrito cientos de veces en su tronco, y que decía…

“Gracias por dejar que sea yo quien bese a la princesa…”

Quizás sea necesario ser un poco diferente, pensar diferente, para ser realmente feliz..., quizás aun no sea tarde para empezar a jugar a "el juego de conocerse" con tus hijos, tus padres, tu familia, tu pareja, tus amigos...,  quizás no haya otra forma mejor de conocer realmente a las personas que la de jugar a conocerse...

martes, 1 de abril de 2014

Cuando el miedo nos domina…


En una ocasión, el Señor de las Tinieblas convocó en su tenebroso palacio a los más encarnizados enemigos del hombre y se dirigió a ellos de la siguiente manera:

-Llevo miles de años intentando destruir al hombre, acabar con su existencia, para ello he creado todo tipo de conflictos y guerras, pero cuando parecía que al final lograba lo que tanto anhelo, aparecía El y evitaba que el ser humano desapareciera de este planeta.

A veces aparecía disfrazado de sonrisa, otras de una mano amiga e incluso a veces de una simple palabra de consuelo y, sin embargo, a mí nunca me engañó, porque siempre supe que tras los mil disfraces, se ocultaba mi más temible enemigo, el Amor. Entregaré la mitad de mi reino a aquel de vosotros que me traiga el cadáver del Amor entre sus brazos.

Murmullos y aullidos se escucharon en aquel salón oscuro. De repente, uno de aquellos siniestros personajes se abrió paso a golpes entre la multitud, se postró ante el Señor de las Tinieblas y gritó:

-Gran Señor, yo soy quien te traerá el cadáver del Amor entre mis brazos, yo soy su enemigo natural, porque yo soy el Odio.

Al oír aquellas palabras, el Señor de las Tinieblas respondió entusiasmado:

-Ve, amigo mío, y haz mi sueño realidad y gozarás de la mitad de todo mi reino.

En una esquina de aquel salón, oculto tras una columna, un personaje vestido de negro y con un gran sombrero que le tapaba el rostro esbozo una extraña sonrisa.

El Odio partió ante la envidia de muchos. Los años pasaron y el Odio regresó cabizbajo y ante el Señor de las Tinieblas manifestó su incomprensible derrota:

-No lo entiendo, Gran Señor, he creado desavenencias, malentendidos y todo tipo de agravios y cuando parecía que mi triunfo estaba cercano, aparecía El, y al final todo lo suavizaba, todo lo arreglaba.

Tras el Odio fueron la Pereza, la Rutina, la Desesperanza, muchos de los peores enemigos del hombre y, sin embargo, todos ellos al final fracasaron. El Señor de las Tinieblas al ver que ninguno de aquellos seres era capaz de lograr lo que el tanto anhelaba, cayó en una depresión profunda, hasta que súbitamente se abrió paso entre la multitud aquel silencioso personaje que vestía de negro y que tenía un sombrero que le tapaba el rostro. Con gesto altivo se dirigió al Señor de las Tinieblas:

-Yo soy quien te traerá el cadáver del Amor entre mis brazos.

El Señor de las Tinieblas lo miró con desprecio y se dirigió a él con desagrado:

-Todos antes que tú han fracasado y tú, a quien ni siquiera conozco, pretendes triunfar. No me importunes, todo está perdido.

Aquel extraño personaje partió, pasaron años y de repente se presentó ante el Señor de Las Tinieblas con el cadáver del Amor entre sus brazos. El Señor de las Tinieblas pegó un salto y se incorporó incrédulo ante lo que contemplaban sus ojos:

-Lo has logrado, has conseguido lo imposible, tuya es la mitad de mi reino, pero amigo mío, por favor, antes de partir dime quien eres.

Aquel personaje se quitó solemnemente su gran sombrero, y con un susurro que, sin embargo, hizo temblar a todos los presentes, dijo:

 -Yo soy el Miedo.


Cuando el Miedo nos domina, nuestro corazón se desboca, nuestro cuerpo se tensa y nuestro cerebro no funciona bien, creando tal estado en nosotros que hasta el Amor quedará destruido a sus pies…

lunes, 10 de marzo de 2014

Tu valor no cambia nunca…


En una de sus conferencias, un experto en mejora personal, saca de su cartera un billete de 50 euros y lo enseña a todos los participantes, a la vez que pregunta:

“¿A quién le gustaría tener este billete?”.

Todos sin excepción levantan la mano.

Entonces el experto coge el billete y lo arruga, haciéndolo una bola. Incluso lo rasga un poquito en una esquina.

“¿Quién sigue queriéndolo?”.
.
Todos los participantes volvieron a levantar la mano.

Finalmente, el experto tira el billete al suelo y lo pisa repetidamente, diciendo:

“¿Aún quieren este billete?”.

Todos al unísono, respondieron que sí.

Entonces este experto en mejora personal les dijo:

“Espero que de aquí aprendan una lección importante hoy. Aunque he arrugado el billete, lo he pisado y tirado al suelo…, todos han querido tener el billete porque su valor no había cambiado, seguían siendo 50 euros”.

Muchas veces en la vida te ofenden, hay personas que te rechazan y los acontecimientos te sacuden, dejándote hecho una bola o tirado en el suelo. Sientes que no vales nada, pero recuerda, tu valor no cambiará NUNCA, no lo olvides…, como nunca lo olvida la gente que realmente te quiere y te aprecia.


Incluso en los días en los que sientas que estás en tu peor momento, tu valor sigue siendo el mismo, por muy arrugado que estés…

lunes, 3 de marzo de 2014

El árbol que no sabía quien era…


Había una vez en un lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un jardín esplendoroso con árboles de todo tipo: manzanos, perales, naranjos, grandes rosales,... Todo era alegría en el jardín y todos estaban muy satisfechos y felices. Excepto un árbol que se sentía profundamente triste. Tenía un problema: no daba frutos.

-No sé quién soy... -se lamentaba-.

-Te falta concentración... -le decía el manzano- Si realmente lo intentas podrás dar unas manzanas buenísimas... ¿Ves qué fácil es? Mira mis ramas...

-No le escuches. -exigía el rosal- Es más fácil dar rosas. ¡¡Mira qué bonitas son!!

Desesperado, el árbol intentaba todo lo que le sugerían. Pero como no conseguía ser como los demás, cada vez se sentía más frustrado.

Un día llegó hasta el jardín un búho, la más sabia de las aves. Al ver la desesperación del árbol exclamó:

-No te preocupes. Tu problema no es tan grave... Tu problema es el mismo que el de muchísimos seres sobre la Tierra. No dediques tu vida a ser como los demás quieren que seas. Sé tú mismo. Conócete a ti mismo tal como eres. Para conseguir esto, escucha tu voz interior...

¿Mi voz interior?... ¿Ser yo mismo?... ¿Conocerme?... -se preguntaba el árbol angustiado y desesperado-. Después de un tiempo de desconcierto y confusión se puso a meditar sobre estos conceptos.

Finalmente un día llego a comprender. Cerró los ojos y los oídos, abrió el corazón, y pudo escuchar su voz interior susurrándole:

"Tú nunca en la vida darás manzanas porque no eres un manzano. Tampoco florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Tú eres un roble. Tu destino es crecer grande y majestuoso, dar nido a las aves, sombra a los viajeros, y belleza al paisaje. Esto es quien eres. ¡Sé quién eres!, ¡sé quién eres!..."

Poco a poco el árbol se fue sintiendo cada vez más fuerte y seguro de sí mismo. Se dispuso a ser lo que en el fondo era. Pronto ocupó su espacio y fue admirado y respetado por todos.


Solo entonces el jardín fue completamente feliz. Cada cual orgulloso de sí mismo.

viernes, 14 de febrero de 2014

¿Dónde encontrarás la felicidad…?

En cierta ocasión, se reunieron todos los Dioses y decidieron crear al hombre y la mujer, y planearon hacerlo a su imagen y semejanza.

Entonces uno de ellos dijo:

- Esperen, si los vamos a hacer a nuestra imagen y semejanza, van a tener un cuerpo igual al nuestro, fuerza e inteligencia igual a la nuestra…, debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, ya que, de no ser así, estaremos creando nuevos dioses. Debemos quitarles algo, pero…, ¿qué les quitamos?

Después de mucho pensar otro dijo:

- ¡Ya sé, vamos a quitarles la felicidad!..., pero el problema va a ser dónde esconderla para que no la encuentren jamás.

Propuso el primero:

-Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo, a lo que inmediatamente repuso otro:

- No, recuerda que les dimos fuerza, alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está.

Luego propuso otro:

- Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar, y otro contestó:

- No, recuerda que les dimos inteligencia, alguna vez alguien va construir un equipo con el que puedan respirar, bajarán hasta el fondo y entonces la encontrarán.

Uno más dijo:

- Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra. Y le dijeron:

- No, recuerda que les dimos inteligencia, y un día alguien va construir una nave en la que pueda viajar a otros planetas y la va a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad y serán iguales a nosotros.

El último de ellos, que era un Dios que había permanecido en silencio, escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás dioses, analizó cada una de ellas y entonces rompió el silencio y dijo:

- Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren...

Todos giraron asombrados y preguntaron al unísono:

- ¿Dónde?

- La esconderemos dentro de ellos mismos…, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán.

Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así:


“Las personas se pasan la vida buscando la felicidad sin saber que la traen consigo...”

martes, 4 de febrero de 2014

¿Por qué gritan las personas?

Un día, un gran maestro preguntó a sus discípulos lo siguiente: ¿por qué las personas se gritan cuando están enojadas?

Los discípulos pensaron unos momentos:

Porque perdemos la calma -dijo uno-, por eso gritamos.

Pero, ¿por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado? preguntó el gran maestro.

¿No es posible hablarle en voz baja?, ¿por qué gritas a una persona cuando estás enojado?

Los discípulos dieron algunas otras respuestas pero ninguna de ellas satisfacía al gran maestro...

Finalmente él explicó:

Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia deben gritar, para poder escucharse. Mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia.

Luego el gran maestro preguntó:

¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran?

Ellos no se gritan sino que se hablan suavemente…

¿Por qué?

Porque sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña. El gran maestro continuó:

Y cuando se enamoran aún más, ¿qué sucede?, no hablan, sólo susurran y se acercan más en su amor.

Finalmente no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y eso es todo.

Así es ¡lo cerca que están dos personas cuando se aman!

Finalmente el gran maestro dijo:


Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien más, porque llegará un día en que la distancia sea tanta que no encontrarán más el camino de regreso…

miércoles, 29 de enero de 2014

Al otro lado de la ventana

Dos hombres ya mayores y ambos muy enfermos, ocupaban la misma habitación de un hospital. A uno, se le permitía sentarse en su cama cada tarde, durante una hora, para ayudarle a drenar el líquido de sus pulmones. Su cama daba a la única ventana de la habitación. El otro hombre tenía que estar todo el tiempo boca arriba. Los dos charlaban durante horas.

Hablaban de sus mujeres y sus familias, sus hogares, sus trabajos, su estancia en el servicio militar, donde habían estado de vacaciones. Y cada tarde, cuando el hombre de la cama junto a la ventana podía sentarse, pasaba el tiempo describiendo a su vecino todas las cosas que podía ver desde la ventana.

El hombre de la otra cama empezó a desear que llegaran esas horas, en que su mundo se ensanchaba y cobraba vida con todas; las actividades y colores del mundo exterior.

La ventana daba a un parque con un precioso lago. Patos y cisnes jugaban en el agua, mientras los niños lo hacían con sus cometas. Los jóvenes enamorados paseaban de la mano, entre flores de todos los colores del arco iris. Grandes árboles adornaban el paisaje, y se podía ver en la distancia una bella vista de la línea de la ciudad.

Según el hombre de la ventana describía todo esto con detalle exquisito, el del otro lado de la habitación cerraba los ojos imaginaba; la idílica escena.

Una tarde calurosa, el hombre de la ventana describió un desfile que estaba pasando. Aunque el otro hombre no podía oír a la banda, podía verlo, con los ojos de su mente, exactamente como lo describía el hombre de la ventana con sus mágicas palabras. Pasaron días y semanas. Una mañana, la enfermera de día entró con el agua para bañarles, encontrándose el cuerpo sin vida del hombre de la ventana, que había muerto plácidamente mientras dormía.

Se llenó de pesar y llamó a los ayudantes del hospital, para llevarse el cuerpo. Tan pronto como lo considero apropiado, el otro hombre pidió ser trasladado a la cama al lado de la ventana. La enfermera le cambia encantada y, tras asegurarse de que estaba cómodo, salió de la habitación.

Lentamente, y con dificultad, el hombre se irguió sobre el codo, para lanzar su primera mirada al mundo exterior; por fin tendría la alegría de verlo el mismo. Se esforzó para girarse despacio y mirar por la ventana al lado de la cama y se encontró… con una pared blanca.

El hombre pregunta a la enfermera que podría haber motivado a su compañero muerto para describir cosas tan maravillosas a través de la ventana. La enfermera le dijo:

“Quizás solo quería animarle a usted”.

Es una tremenda felicidad el hacer felices a los demás, sea cual sea la propia situación. El dolor compartido es la mitad de pena, pero la felicidad, cuando se comparte, es doble.


“Hoy es un regalo, por eso se le llama el presente”.

martes, 24 de diciembre de 2013

Feliz Navidad y positivo Año Nuevo...



"El gran reto de la vida consiste en enfrentarte día a día con experiencias nuevas y no siempre sencillas, pero lo importante, no es con que tienes que enfrentarte, la clave está en como te enfrentas, en que estado emocional, esto es lo más importante..., por eso no pienses en que habrán momentos difíciles, céntrate y piensa en estar en estado positivo, en estar siempre bien por si llegan esos momentos..."

Te deseo, que te lo pases muy bien por Navidad, lo mejor para el próximo año y que disfrutes de una vida enriquecedora, divertida, más positiva y llena de logros...

Un gran abrazo...