Hace mucho tiempo, en un encantador y lejano país, vivía una
niña con una belleza extraordinaria, su piel era morena, suavemente morena, sus
ojos negros, increíblemente negros, como su pelo largo y rizado, su nombre era
Init y era la hija del Rey, pero toda esa belleza, no era lo mejor de ella…
Todos los días, al atardecer, Init paseaba con su
institutriz y su séquito, por el formidable reino de su padre, y todos los
días, se encontraba con su amigo Ztul, paseaban juntos y hablaban, hablaban
todo el tiempo…, y un día, de manera fortuita, casi sin querer, descubrieron un
juego, que cuando empezaban ya no podían parar, era “el juego de conocerse”, era muy sencillo…, trataba de preguntar y
escuchar, preguntar sólo para conocer mejor al otro y escuchar atentamente sus
explicaciones…, trataba de escuchar, más que de hablar…, era su juego
favorito…, durante muchos años jugaron a “el
juego de conocerse”, al juego de preguntar y escuchar…
Init, intentó en muchas ocasiones jugar a “el juego de conocerse” con su padre,
el Rey, pero él, le decía que era una tontería, una pérdida de tiempo…,que era
un Rey y que tenía muchas cosas que hacer y en que pensar…, que no le molestara
con esas tonterías…, que jugara a lo que juegan todas las princesas…, y la
princesa Init se marchaba, siempre igual, desconsolada por la contestación de
su padre, ¿cómo era posible que a mi padre no le gustara preguntar y escuchar a
su hija?, se preguntaba Init…, y hablando con muchos, durante muchos años, fue
descubriendo que a nadie le gustaba jugar a “el juego de conocerse”, solo le gustaba a ella y a su amigo, su
amigo Ztul…
Y así, pasaron los años…, primaveras e inviernos…,y la princesa, la niña, se hizo mayor…, Init se convirtió en la más bella princesa
que ningún hombre hubo visto nunca, la fama de su belleza llegó a lejanos
lugares, todos querían ir a su reino para verla…, para admirar su belleza, su
extraordinaria belleza, todos los hombres soñaban con conseguirla, todos se
preguntaban cómo sería casarse con la más bella, todos pensaban igual, que
envidia darían, como se sentirían al estar con la bella Init, todos querían
eso, lo mismo…, pero había un hombre diferente, uno no pensaba igual…, sólo
uno…, ese era Ztul…
De tierras lejanas, llegaron príncipes, valientes guerreros,
hombres de mucha fortuna y riquezas, los más grandes conquistadores, para
casarse con la más bella princesa…, y el Rey celebraba grandes fiestas y
banquetes para que los más importantes, pudieran conocer a su hija.
El Rey, pensaba y pensaba... quién podría ser el mejor esposo
para su hija?, quizás un príncipe de un país cercano para así unir
sus reinos y ser más poderoso?, o el más valiente guerrero?, pensó incluso en
organizar un torneo donde se batirían todos y el ganador de entre los mejores
guerreros, se casaría con su hija…, o quien tuviera las mayores riquezas y
fortunas de los reinos conocidos…, quería lo mejor para su hija, se preocupaba
mucho pensando en quien sería el mejor para su hija, el más poderoso, el más
fuerte, el más rico…, pero nunca le preguntó a ella lo que quería…, pues nunca
había jugado a “el juego de conocerse”
con su hija.
La princesa Init, era especial…, muy diferente…, no pensaba
en grandes castillos, ni en riquezas, ni en poder, ni en reinos, ni en
armaduras brillantes…
Todos querían tener a la bella princesa, pero Init solo
quería a uno, a alguien diferente, a Ztul…
Ztul no era gran cosa, no era príncipe, ni caballero, ni
tenía riquezas..., pero para Init, nadie en el mundo podría jugar mejor a “el juego de conocerse”, no solo
preguntaba y escuchaba como nadie, además cuando escuchaba a Init, la miraba,
la miraba con mucha atención, casi sin parpadear, con mucha dulzura y desde
hacía una semana, también la besaba… cuando jugaban a “el juego de conocerse”, y ella hacía lo mismo con él…, los bellos
ojos negros de la princesa era lo único que quería ver Ztul desde que despertaba
hasta que cansado se quedaba dormido, y siempre se dormía pensando en cómo
hacer feliz a Init…, y agradecido, le repetía una y mil veces a su princesa: “Gracias por dejar que sea yo quien bese a la princesa…”
El Rey al saber de su amor, le prohibió verlo y la encerró
en su majestuoso castillo con todas sus riquezas, y le dijo que únicamente saldría
de allí, para casarse con quien él decidiera…
Una noche la princesa Init, desapareció, dejando una nota a su
padre que decía:
“Todos esos pretendientes únicamente quieren presumir de mi,
de mi belleza, de lo que represento para ellos, pero ninguno me ha preguntado:
qué quiero yo?, qué me hace feliz?, cómo me gustan los días?, en qué sueño por
las noches?, en qué pienso?, qué me asusta?, qué me divierte…?, ninguno ha
jugado nunca a “el juego de conocerse”,
me ven como una posesión, así son todos…, de todos ellos ninguno es especial,
ninguno es diferente…, todos hacen los mismo, piensan lo mismo...., ¿crees que
podré ser feliz con alguno de ellos, si no se han preocupado en conocerme, si
no saben que me hace feliz?, me voy..., no te preocupes por mí, seré muy feliz…,
te quiero, Init…”
El Rey al leer la nota, partió corriendo en su busca a casa
de Ztul, entró en la casa rompiendo la puerta, pero…, la casa estaba vacía, sin
rastro de ellos…, con gran pena al reconocer que había perdido a su hija, el
Rey, cayó arrodillado a los pies de un gran roble junto a la casa y sin darse
cuenta leyó algo que aparecía escrito cientos de veces en su tronco, y que
decía…
“Gracias por dejar que sea yo quien bese a la princesa…”
Quizás sea necesario ser un poco diferente, pensar diferente, para ser realmente feliz..., quizás aun no sea tarde para empezar a jugar a "el juego de conocerse" con tus hijos, tus padres, tu familia, tu pareja, tus amigos..., quizás no haya otra forma mejor de conocer realmente a las personas que la de jugar a conocerse...