miércoles, 15 de octubre de 2014

El gran samurái…

En un antiguo monasterio japonés, vivía un gran samurái ya anciano, que se dedicaba a enseñar a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario.

Una tarde, un guerrero, conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por allí. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: esperaba a que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para reparar en los errores cometidos, contraatacaba con velocidad fulminante. El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha. Conociendo la reputación del samurái, fue en su busca para derrotarlo y aumentar su fama. Todos los estudiantes del samurái se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo aceptó el desafío.

Juntos se dirigieron a la plaza de la ciudad donde el joven comenzó a insultar al anciano maestro. Arrojó algunas piedras en su dirección, le escupió en la cara, le gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus antepasados. Durante horas hizo todo lo posible para provocarlo, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiró...

Desilusionados por el hecho de que el maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:

– ¿Cómo pudiste, maestro, soportar tanta indignidad?

– ¿Por qué no usaste tu espada aun sabiendo que podías perder la lucha, en vez de mostrarte cobarde delante de todos nosotros?

El maestro les preguntó:

– Si alguien llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan, ¿a quién pertenece el obsequio?

– A quien intentó entregarlo, respondió uno de los alumnos.

– Lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos – dijo el maestro.

– Cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los llevaba consigo…

¡Qué difícil es mantener la calma!, ¿verdad?

No es extraño encontrarnos en la calle, en nuestro trabajo o en nuestro círculo de familiares o amigos con personas enfadadas que descargan su rabia en nosotros o en personas cercanas mediante quejas e insultos
.
Pero, ¿qué buscan las personas rabiosas?

Lo que buscan estas personas (conscientemente o inconscientemente) es una reacción de los demás para así multiplicar su rabia. Desean que participemos en su enfado, y muchas veces lo logran ya que el enfado es un estado emocional muy contagioso...


Pero tenemos otra opción…, la de no reaccionar, observar la rabia desde la distancia y mantener la calma. No solamente evitamos así entrar nosotros en un estado de negatividad y enfado, sino ayudamos a la persona rabiosa a calmarse.

1 comentario:

  1. Gracias por tu artículo. Cuando me pasa un evento agradable o no agradable me pregunto ¿ que pasa en mi que estoy produciendo estos eventos? y busco no identificar me.

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