martes, 24 de diciembre de 2013
Feliz Navidad y positivo Año Nuevo...
"El gran reto de la vida consiste en enfrentarte día a día con experiencias nuevas y no siempre sencillas, pero lo importante, no es con que tienes que enfrentarte, la clave está en como te enfrentas, en que estado emocional, esto es lo más importante..., por eso no pienses en que habrán momentos difíciles, céntrate y piensa en estar en estado positivo, en estar siempre bien por si llegan esos momentos..."
Te deseo, que te lo pases muy bien por Navidad, lo mejor para el próximo año y que disfrutes de una vida enriquecedora, divertida, más positiva y llena de logros...
Un gran abrazo...
lunes, 2 de diciembre de 2013
La diferencia entre lo que hacemos y lo que somos capaces de hacer…
Esta
vez, les contaré una pequeña historia que les ayudará a reflexionar sobre la gran
diferencia que existe entre lo que parece que somos y lo que en realidad somos…,
entre lo que hacemos y lo que podemos llegar a hacer…
“- El subastador pensó que perdía su
tiempo mostrando ese viejo violín estropeado y arañado, pero aún así, lo
mostró. -¿Cuánto ofrecen, buena gente? -gritó.-
- ¿Quién hará la primera oferta?-- ¿Un
euro?, ¡un euro! -entonces…
- ¡Dos! ¿Sólo dos?- ¡Dos euros!--¿Hay
alguien que dé tres?- -¡Tres euros! ... a la una!-¡Tres euros... a las dos!-
- ¡Qué se va por tres¡ - pero…
- ¡No! ¡No! – Un hombre canoso se puso
de pie, llegó adelante y tomó en sus manos el instrumento. Limpiando el polvo
del viejo violín afinó sus cuerdas y tocó una melodía muy tierna.
- Al cesar la música el subastador
dijo, en voz muy baja y más bien para sí…
- ¿Cuánto daría yo por tener este viejo
violín? Y tomándolo con más cariño lo volvió a levantar:
- ¡Cien euros!- ¿Y quién da
doscientos? -¡Doscientos!- -¿Y quién da trescientos?-- ¡Trescientos!-
-¡Trescientos, a la una!- -¡Trescientos a las dos!- -¡Y se va y se fue!
-exclamó…
-Algunos lloraban y los demás
aplaudían... – No podemos comprender se decían- ¿Qué cambió su valor? Alguien
dijo por allí que fue el toque de la mano de un maestro.-"
Muchas
personas sienten que sus vidas están fuera de tono. No saben cómo aprovechar
todos los recursos y talentos que disponen. No saben cómo convertir sus excusas
en razones. No pueden ver las oportunidades que existen dentro de las crisis. No
le encuentran sentido a lo que hacen. No saben cómo ponerse en acción...
Y
como el viejo violín, se "subastan baratamente"…, siguiendo el viaje
de la vida como un juego que no requiere pensar...
Pero
un día, cuando están preparados, el “maestro” aparece. La gente no comprende
cómo él puede encontrar tanto valor en algo que ellos no pueden ver.
El
secreto del “maestro” es mirar más allá de las apariencias y conectarse con lo
que somos realmente, es decir: "la diferencia entre lo que hacemos y lo
que somos capaces de hacer…”
miércoles, 30 de octubre de 2013
La magia de la actitud mental positiva
Nuestra actitud en la vida, es algo que cada cual
elige y decide por sí mismo. Todas las personas hemos experimentado a lo largo
de nuestra vida, algunos errores o fracasos que parecen irremediables; pero a
todos se nos ha dado el poder de inclinar siempre la balanza a nuestro favor
mediante un cambio de actitudes.
Quiero decir, que somos los dueños de nuestro propio destino, en la
medida en que somos también dueños de nuestras actitudes.
Aunque nos quitaran todo, siempre nos quedaría intacta
la capacidad de elegir nuestra propia
actitud, nuestro camino, nuestro destino... Puede parecer increíble, pero
está al alcance de cualquiera decidirse
por el éxito o por el fracaso, por la felicidad o por la infelicidad, por
la alegría o por la tristeza...
Ya ven, se trata únicamente de desarrollar y poner en
práctica, día a día, una actitud mental positiva, capaz por sí misma de
hacernos pasar a la acción como de forma mágica, con decisión, ilusión y
coraje, potenciando al máximo nuestra voluntad. La actitud mental positiva nos
arrastrará hacia el éxito en la medida en que desarrollemos al máximo las
siguientes CONVICCIONES:
1ª.- Estar absolutamente convencid@ de que YO PUEDO y que YO SOY CAPAZ de conseguirlo. Esta convicción nace principalmente de
creer en tus capacidades y en la acumulación de pequeños éxitos logrados gracias al propio tesón y a la capacidad de esfuerzos y superación, para ello, comenzar
marcándote pequeños objetivos y lograrlos te hará familiarizarte con YO PUEDO.
2ª.- La aceptación
de una vida con retos y dificultades.
Ser conscientes de que los retos y las dificultades son un componente de nuestra
vida, “es nuestra vida”. Lo verdaderamente importante no son esas dificultades
sino como te enfrentas a ellas, esto es lo que diferencia a las personas de
éxito del resto, no caen en el desánimo. A los problemas hay que atacarlos
directamente y “dejarnos de lamentarnos por ellos” ya que como sabemos no nos
conduce a nada.
3ª.- La principal diferencia entre una vida de éxitos
y una vida de fracasos la encierra la expresión “sin desmayos hasta el final”. Esto significa que no importa la
cantidad de tiempo, ilusión y entusiasmo que haya de ponerse en cada acción que
nos lleve al éxito, ya que el tesón y la persistencia serán siempre nuestros
aliados. He repasado las biografías de más de un centenar de hombres y mujeres
de éxito, de ayer y de hoy, y en todos ellos he encontrado como cualidades más relevantes el entusiasmo, el
tesón y la lucha sin desmayos hasta el final. Como el caso, ya citado en
otras oportunidades, de Abraham Lincoln, cuya vida durante casi treinta años
fue un completo fracaso en los negocios, en la política y en la familia, al
final y con 65 años llegó a ser presidente de los Estados Unidos ó Thomas
Edison que tuvo que hacer nada menos que diez mil experimentos antes de
inventar la lámpara incandescente.
Ahora depende de ti…, puedes hacer magia y mejorar tu
vida, ¡ya sabes cómo¡ utilizando y poniendo en práctica tu actitud mental
positiva…
lunes, 30 de septiembre de 2013
Tu origen, tus dificultades, no marcan tu destino…, todo es posible, también para ti…
Wal-Mart , actualmente la
tercera mayor corporación publica del mundo, con más de dos millones de
empleados y la empresa minorista más grande del mundo, fue la creación de un
muchacho que ordeñaba vacas para colaborar en el presupuesto familiar...
Nacido en una granja de
Oklahoma en 1918, Sam Walton vivió su adolescencia en los duros años de la
crisis de los 30, cuando tuvo que salir a trabajar de lechero y repartidor de periódicos
para colaborar en el presupuesto familiar.
En sus años de universidad,
mientras estudiaba Economía, Sam trabajó de camarero a cambio de comida y se
las ingenió con toda clase de empleos ocasionales. Una vez graduado, se enroló
en el ejército para combatir en la Segunda Guerra Mundial.
A su regreso, en 1945, abrió
un supermercado en Arkansas con un crédito de 20.000 dólares. Allí empezó a
aplicar sus ideas innovadoras al campo de la venta al por menor. Sam quería que
todas las estanterías estuvieran constantemente llenas de artículos variados y
a precios accesibles.
Para lograrlo, fue pionero en
las compras por cantidad para obtener descuentos. Incluso, inventó el concepto
de las cajas registradoras ubicadas a la salida del supermercado para que los
clientes pudieran pagar todas sus compras en un solo lugar.
Estos conceptos comunes en
las grandes cadenas de supermercados actuales, salieron de la mente de Sam
Walton.
El negocio se fue expandiendo
hasta que, en 1962, adquirió su marca definitiva: "Wal-Mart", que
creció velozmente en los cuatro rincones del globo.
Sam fue el hombre más rico de
los Estados Unidos entre 1985 y 1988. En 1998, la revista "Time" lo
eligió como una de las 100 personalidades más influyentes del siglo XX. Tras su
muerte en 1992, su fortuna se dividió entre sus hijos que pasaron a controlar
una cadena de negocios que en el 2004 empleaba a 1,5 millones de personas.
Algunos dicen que si Sam
Walton siguiera vivo, sería el doble de rico que Bill Gates. Nada mal para un
muchacho que empezó vendiendo la leche que él mismo ordeñaba de la vaca de su
familia…
viernes, 30 de agosto de 2013
Jamás te des por vencido, lo mejor está aún por llegar…
Probablemente el mayor ejemplo de perseverancia es el que
nos ofreció Abraham Lincoln. Si queréis saber algo sobre alguien que no se
rendía, no busquéis más lejos.
Nacido en la pobreza, Lincoln tuvo que enfrentarse a la
derrota a lo largo de toda su vida. Perdió ocho elecciones, sus negocios
quebraron en dos ocasiones y sufrió un colapso nervioso.
Podría haberse rendido muchas veces, pero no lo hizo, y
gracias a esa persistencia llegó a ser uno de los presidentes más grandes de la
historia de los Estados Unidos.
Lincoln fue un campeón y jamás se dio por vencido. He aquí
un esbozo del camino que lo condujo a la Casa Blanca:
1816 Su familia se vio obligada a dejar su casa y él tuvo
que trabajar para mantenerla.
1818 Su madre murió.
1831 Fracasó en sus negocios.
1832 Se presentó a elecciones para la legislatura y perdió.
1832 Perdió también su trabajo; quería ingresar en la
facultad de derecho, pero no pudo.
1833 Pidió dinero prestado a un amigo para empezar un
negocio yantes de fin de año estaba en la bancarrota. Durante los diecisiete
años siguientes estuvo pagando aquella deuda.
1834 Volvió a presentarse a elecciones legislativas y ganó.
1835 Cuando estaba a punto de casarse, su novia murió y él
quedó con el corazón destrozado.
1836 Tuvo un colapso nervioso y permaneció seis meses en
cama.
1838 Intentó llegar al cargo de representante del estado y
fue derrotado.
1840 Intentó llegar a elector y fue derrotado.
1843 Candidato al Congreso; derrotado.
1846 Nuevamente candidato al Congreso; esta vez ganó, fue a Washington
y realizó un buen trabajo.
1848 Se presentó a reelección al Congreso; perdió.
1849 Intentó ser funcionario en su estado natal; rechazado.
1854 Candidato al Senado de los Estados Unidos; perdió.
1856 Buscó la nominación vicepresidencial en la convención
nacional de su partido, obteniendo menos de cien votos.
1858 Volvió a ser candidato al Senado; volvió a perder.
1860 Fue elegido presidente de los Estados Unidos.
“El camino era difícil y resbaladizo. Resbalé, pero me
recuperé, diciéndome que aquello era un resbalón y no una caída”.
Abraham Lincoln
miércoles, 24 de julio de 2013
El poder de las palabras
Aún recuerdo el día, ya hace algunos años, que descubrí la enorme
importancia que tiene en nuestra vida la manera en que nos comunicamos, tanto
con otras personas como con nosotros mismos.
Esa manera o estilo que cada uno tenemos, marca la
diferencia entre: conectar o no conectar con otras personas y también, conectar
o no con nosotros, con nuestro sistema de creencias.
Las palabras son el vehículo, el medio, para conseguir esa
comunicación, para conseguir acertar en trasladar nuestras ideas y alcanzar el
objetivo de hacernos entender, de llegar, de conectar…
Es posible que con la comunicación externa, es decir, cuando
hablamos e intentamos conectar con otras personas, tengamos en cuenta este
aspecto, no siempre pero seguramente en alguna ocasión, se nos pase por la
cabeza utilizar concretamente determinadas palabras: para no hacer daño, para
quitar hierro al asunto, para llamar la atención, para convencer, para animar,
para motivar, etc.
Pero, ¿y qué pasa con nuestra comunicación interna?, ¿qué
pasa cuando se pone en marcha nuestro diálogo interno, ese diálogo que siempre
está presente, que no para y que nos capacita o nos limita, dependiendo de lo
que nos digamos y cómo lo digamos…?
Cuando se trata de nuestro diálogo interno, las palabras que
utilizamos, nos pueden ayudar a convencernos, a fortalecernos y a conseguir los
estados capacitadores necesarios para afrontar los retos diarios en nuestra
vida…
Seguro que en alguna ocasión les ha tocado animar y crearle
entusiasmo a alguien querido y cercano: hijos, hermanos, amigos, pareja,
compañeros de trabajo…, para ayudarlos a superar alguna dificultad o a enfrentarse
con algún reto importante, para ello habrán recurrido a frases del tipo: ¡confío en ti¡, ¡tú puedes¡, ¡eso no es
nada para ti¡, ¡a por ello¡, ¡yo creo en ti¡, ¡lo vas a conseguir¡…, el
poder de estas palabras unidas al entusiasmo y convicción con que las dices
tienen un efecto motivador y multiplicador de capacidades en esas personas a
las que van dirigidas, seguro que han vivido esa experiencia tan gratificante,
¿verdad?
Sí, así es, indiscutiblemente el poder de determinadas
palabras expresadas de una manera totalmente convincente, es increíble y el
efecto que tiene en las personas a las que van dirigidas es poderosísimo…
Las palabras adecuadas y un poder de convicción alto, obran
verdaderos milagros en los demás, y más importante aún, a través de nuestro diálogo
interno en nosotros, en nuestro sistema de creencia y en nuestro estado
emocional, este milagro está en tus manos…, está en utilizar el poder de las
palabras…
“Nos creemos lo que nos decimos a menudo”, sea lo que sea,
comunícate habitualmente de manera positiva, utiliza las palabras adecuadas,
aquellas que te motiven, que te ayuden…, hazlo de manera convincente y te lo
creerás, así de sencillo, pruébalo…, verás que todo cambia cuando cambias la
forma en que te comunicas…
miércoles, 19 de junio de 2013
El anciano y el niño
Eran un anciano y un niño que viajaban con un burro
de pueblo en pueblo. Llegaron a una aldea caminando junto al asno y, al pasar
por ella, un grupo de jóvenes se rió de ellos, gritando:
-¡Mirad que par de tontos! Tienen un burro y, en
lugar de montarlo, van los dos andando a su lado. Por lo menos, el viejo podría
subirse al burro.
Entonces el anciano se subió al burro y
prosiguieron la marcha. Llegaron a otro pueblo y, al pasar por el mismo,
algunas personas se llenaron de indignación cuando vieron al viejo sobre el
burro y al niño caminando al lado. Dijeron:
-¡Parece mentira! ¡Qué desfachatez! El viejo
sentado en el burro y pobre niño caminando.
Al salir del pueblo, el anciano y el niño
intercambiaron sus puestos.
Siguieron haciendo camino hasta llegar a otra
aldea. Cuando las gentes los vieron, exclamaron escandalizados:
-¡Esto es verdaderamente intolerable! ¿Han visto
algo semejante?
El muchacho montado en el burro y el pobre anciano
caminando a su lado.
-¡Qué vergüenza!
Puestas así las cosas, el viejo y el niño
compartieron el burro. El fiel animal llevaba ahora el cuerpo de ambos sobre
sus lomos. Cruzaron junto a un grupo de campesinos y éstos comenzaron a
vociferar:
-¡Sinvergüenzas! ¿Es que no tenéis corazón? ¡Van a
reventar al pobre animal!
El anciano y el niño optaron por cargar al burro
sobre sus hombros. De este modo llegaron al siguiente pueblo. La gente se apiñó
alrededor de ellos. Entre las carcajadas, los aldeanos se mofaban gritando:
-Nunca hemos visto gente tan boba. Tienen un burro
y, en lugar de montarse sobre él, lo llevan a cuestas.
-!Esto sí que es bueno! ¡Qué par de tontos!
“Si sólo escuchas
las opiniones de los demás, acabarás haciendo lo que otros creen que es mejor,
pero no harás lo que es mejor para ti… Escucha a todos y aprende de todos, pero
decide sólo por ti…”
miércoles, 1 de mayo de 2013
Volad juntos pero jamás atados…
En esta oportunidad, me
gustaría reflexionar con ustedes sobre la importancia de nuestra
individualidad, de ser realmente los protagonistas de nuestra vida y aspirar a no depender de que otros hagan una u otra cosa para hacernos felices…
De reconocer que nuestra
felicidad depende de nosotros y la felicidad de los que queremos, los que están
a nuestro lado, -nuestra pareja, nuestros hijos, nuestros padres, nuestros
amigos-, también está influenciada en gran medida por como estemos nosotros,
¿es posible que en momentos de dificultad, la felicidad de los que queremos esté influenciada o condicionada por nuestra propia
felicidad...?, ¿será ésta la solución a muchos de nuestros conflictos
personales y familiares…?
Nada mejor que una bonita
historia para aclarar y enriquecer nuestros pensamientos…, espero que les
guste…
“Cuenta una leyenda de los indios sioux que una vez llegaron hasta la
tienda del viejo brujo, tomados de la mano, Toro Bravo, el guerrero y Nube
Alta, la hija del jefe de la tribu.
Nos amamos -empezó el joven-.
Y nos vamos a casar -dijo ella-.
Queremos un hechizo, un conjuro, algo que nos garantice que podremos
estar siempre juntos dijeron los jóvenes al unísono.
Hay algo que puedo hacer por vosotros, pero es una tarea muy difícil y
sacrificada -dijo el brujo tras una larga pausa-.
No importa -dijeron los dos-.
Entonces -dijo el brujo- Nube Alta, sin más armas que una red y tus
manos, subirás al monte y cazarás al halcón más vigoroso. Tráemelo vivo el
tercer día de luna llena. Y tú, Toro Bravo -prosiguió el anciano- tú debes
traer de la montaña más alta a la más valiente de las águilas, y traerla viva
sin ninguna herida.
Los jóvenes asintieron en silencio y, después de mirarse con ternura,
partieron. El día establecido por el brujo, los jóvenes llegaron a su tienda con
dos grandes bolsas de tela que contenían las aves solicitadas. El viejo les
pidió que, con mucho cuidado, las sacaran de las bolsas. Eran sin duda las aves
más hermosas de su estirpe.
Ahora -dijo el brujo- atad entre sí a las aves por las patas con estas
tiras de cuero. Después soltadlas y dejad que intenten volar. El águila y el
halcón intentaron levantar el vuelo, pero sólo consiguieron revolcarse en el
suelo. Irritadas por su incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre
sí.
Éste es el conjuro: Jamás olvidéis lo que habéis visto hoy. Vosotros
sois como el águila y el halcón..., si os atáis el uno al otro, aunque sea por
amor, viviréis arrastrándoos y, tarde o temprano, os haréis daño el uno al
otro. Si queréis que vuestro amor perdure volad juntos pero jamás atados.”
domingo, 31 de marzo de 2013
Tanto por aprender…
Aprendí que la mayoría
de las cosas por las que me preocupo nunca suceden.
Aprendí que cada logro
alguna vez fue considerado imposible.
Aprendí que nada de
valor se obtiene sin esfuerzo.
Aprendí que la
expectativa es con frecuencia mejor que el suceso en sí.
Aprendí que aun cuando
tengo molestias, no necesito ser una molestia.
Aprendí que nunca hay
que dormirse sin resolver una discusión pendiente.
Aprendí que no debemos
mirar atrás, excepto para aprender.
Aprendí que cuando
alguien aclara que se trata de principios y no de dinero, por lo general se
trata de dinero.
Aprendí que hay que
luchar por las cosas en las que creemos.
Aprendí que las personas
son tan felices como deciden serlo.
Aprendí que la mejor y
más rápida manera de apreciar a otras personas es tratar de hacer su trabajo.
Aprendí que los días
pueden ser largos, pero la vida es corta.
Aprendí que si tu vida
está libre de fracasos, es porque no has arriesgado lo suficiente.
Aprendí que es bueno
estar satisfecho con lo que tenemos, pero nunca con lo que somos.
Aprendí que podemos
ganar un euro de forma deshonesta, pero que más tarde éste nos costará una
fortuna.
Aprendí que debemos
apreciar a nuestros hijos por lo que son y no por lo que deseamos que sean.
Aprendí que el odio es
como el ácido: destruye el recipiente que lo contiene.
Aprendí que planear una
venganza sólo permite que las personas que nos hirieron lo hagan por más
tiempo.
Aprendí que las personas
tienen tanta prisa por lograr una “buena vida” que con frecuencia la vida pasa
a su lado y no la ven.
Aprendí a no dejar de
mirar hacia el futuro; que todavía hay muchos buenos libros para leer, puestas
de sol que ver, amigos que visitar, gente a quien amar y viejos perros con
quienes pasear.
Aprendí que todavía
tengo mucho que aprender…
lunes, 4 de febrero de 2013
La felicidad es el camino
Nos convencemos de que
la vida será mejor después de cumplir los 18 años, después de encontrar pareja,
después de conseguir un mejor trabajo, después de tener un hijo, después de
tener otro...
Entonces, nos sentimos
frustrados porque nuestros hijos no son lo suficientemente mayores, y pensamos
que nos sentiremos felices cuando lo sean. Después, nos lamentamos porque son
adolescentes difíciles de tratar; ciertamente, nos sentiremos más felices
cuando salgan de esa etapa.
Nos decimos que nuestra
vida será completa cuando a nuestra pareja le vaya mejor, cuando tengamos un
mejor coche o una mejor casa, cuando podamos ir de vacaciones, cuando estemos jubilados…
La verdad es que no hay
mejor momento que éste para ser felices. Si no es ahora, ¿cuándo?
Una de mis frases
favoritas es de Alfred de Souza:
“Por largo tiempo
parecía para mí que la vida estaba a punto de comenzar, la vida de verdad. Pero
siempre había un obstáculo en el camino, algo que resolver primero, algún
asunto sin terminar, tiempo por pasar, una deuda que pagar; entonces la vida
comenzaría. Hasta que me di cuenta de que estos obstáculos eran mi vida”.
Esta perspectiva me ha
ayudado a ver que no hay camino a la felicidad: la felicidad es el camino.
Debemos atesorar cada
momento, mucho más cuando lo compartimos con alguien especial, y recordar que
el tiempo no espera a nadie.
No esperes hasta
terminar los estudios, hasta retomar los estudios, hasta bajar diez kilos,
hasta tener hijos, hasta que tus hijos vayan a la escuela, hasta que te cases,
hasta que te divorcies, hasta el viernes por la noche, hasta el domingo por la
mañana, hasta la primavera, el verano, el otoño o el invierno, o hasta que mueras,
para aprender que no hay mejor momento que éste para ser feliz.
“La felicidad es un
trayecto, no un destino”
Trabaja como si no
necesitaras dinero, ama como si nunca te hubieran herido y baila como si nadie te
estuviera viendo…
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