En estos días de vacaciones y de tiempo libre para casi todos, creo que puede ser un buen momento para revisar nuestro estándar de vida. Para preguntarnos si vamos por el camino correcto o si por el contrario debemos dar un giro a nuestro modelo vital. Para ello me gustaría hablarles sobre la “zona de comodidad”, concepto que seguramente ya habrán escuchado ó leído en alguna ocasión los que siguen el coaching y el desarrollo personal.
Por regla general, ésta se establece en nuestra vida cuando disfrutamos de cierta estabilidad económica y sin riesgos; de un trabajo estable, aparentemente sin problemas y rutinario; un entorno social o familiar estable donde convivimos con normalidad y rutina; y disponemos además, de tiempo libre que habitualmente dedicamos a darnos algún capricho y sobre todo a descansar ó a ver la televisión en casa de manera igualmente rutinaria. Si se dan varias de estas características, es que estamos en lo que se denomina “ZONA DE COMODIDAD”.
Esta situación acomodada, nos hace pensar que nuestra realidad personal es buena, pero la verdad es que no es así. Este pensamiento erróneo, se instala en nuestro sistema de creencias como un lastre que nos impide marcarnos objetivos, que nos impide tener aspiraciones en cualquier ámbito de nuestra vida, y como ya he dicho en otras ocasiones, “una vida sin objetivos ni aspiraciones es una vida vacía”.
Es cierto, esta zona de comodidad, es uno de los principales obstáculos para la mejora y el desarrollo personal, ya que ese exceso de seguridad y rutina, nos paraliza e impide avanzar y no sólo eso, sino que además nos consume día a día.
Pero lo peor de esta zona de comodidad, es cuando la tenemos implantada “cómo hábito” en nuestra vida, y la perdemos…
Cuando esta situación se produce, ya sea perdiendo nuestro puesto de trabajo (algo muy habitual en estos tiempos de crisis económica), ó nuestra estabilidad familiar ó afectiva ó económica..., nuestro “erróneo” sistema de creencias y de valores se viene literalmente abajo, nos invaden los miedos a lo desconocido, a realizar otras actividades y tareas, creando en muchas ocasiones un conflicto vital de enormes proporciones.
Si reflexionamos sobre esto, coincidiremos que este hecho es verdaderamente preocupante y nos debe animar e impulsar para pasar de inmediato a la acción. Modificando desde hoy mismo, nuestro concepto de vida, nuestros hábitos y nuestro sistema de creencias. Debemos ser conscientes de que nuestro “modelo” no puede ser vivir de una manera conformista, gris e incluso mediocre, sino que en su lugar debemos aprovechar –a través de los objetivos-una vida repleta de oportunidades y posibilidades que cada día se abre ante nosotros, y que sí créanme, que está ahí fuera esperando por nosotros…
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